domingo, 3 de noviembre de 2013

El chiste de la vida


Una vez, una persona importante en mi vida, tras pasarme veinte mil cosas, dijo que mi vida era como una broma. Prometo que en ese momento no me hizo nada de gracia, ¿mi vida una broma? Pues si era así nadie me la había explicado. Luego comprendí que, si mi vida era una broma, lo que tenía que hacer era disfrutarla y reírme de ella, pues la risa es el alimento del alma.


Como supongo que ya sabrán, la vida no se mide en el tiempo que respiramos, si no en esos momentos que nos quitan la respiración. Seguro que ahora a cada persona que esté leyendo esto le vienen muchos momentos a la cabeza yo, ahora mismo, tengo presentes esos momentos en los que me he quedado sin respiración de tanto reírme, que han sido bastantes.

Quien me conoce sabe que me paso la vida riéndome, pues la risa oculta todo lo malo, y deja paso a un mundo mejor. Tengo claro que quiero morir riendo y, como no sabemos cuándo moriremos, tengo claro que tengo que reír a cada instante, así estaré segura de que el día que llegue mi hora estaré riéndome.

Vale, el tema de la muerte no hace gracia, ni a mí ni a nadie, así que pasemos de largo, porque la vida está llena de cosas graciosas. 

Un primo mío al que adoro me enseñó una valiosa lección; cuando me siento triste o débil, cuando creo que voy a rendirme, lo único que tengo que hacer es cerrar fuerte los ojos y recordar un momento que me haga sonreír, así lo malo se alejará.

Últimamente, cuando eso me ocurre, al cerrar los ojos dos pensamientos que me hacen sonreír ocupan mi mente; el primero y más poderoso es pensar en cómo sonríe mi pequeño Dylan cada vez que me ve, no cambio esos segundos por nada del mundo, porque ese pequeño es capaz de borrar todo lo malo con su risa. El otro es un momento de este verano con una persona a la que adoro, pero que no contaré, pues prefiero ser un poco egoísta y guardármelo para mí. Si la persona en cuestión lee esto (y casi seguramente lo leerá) y quiere saber de qué momento se trata, no tiene más que preguntármelo y estaré encantada de contárselo.


Finalizo mi entrada de hoy con esa imagen, pues me parece graciosa a la vez que conmovedora o, como dirían en Maktub, es ''un acto espontáneo de amor'', y no hay nada más grande y poderoso que eso.



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