El 6 de noviembre de 2012 conocí a una persona maravillosa
que ha hecho mucho por mí y a la que debería darle las gracias por todo lo que
ha hecho.
Ese día, ella llevaba el pelo corto y sonreía tímidamente.
Fue al lugar al que debía ir. A las 19:30 habían quedado y recuerdo que ese día
se estuvo preparando durante mucho rato, se había decidido, era el momento de
dar ese paso hacia el cambio que tanto necesitaba.
No fue sola, jamás se hubiera atrevido, así que fue a esa
cita acompañada de dos de sus grandes amigos, sin saber qué le depararía el
destino. Recuerdo que llegó y, de alguna manera, supo que se había encontrado a
sí misma, que había encontrado su lugar y yo me alegré mucho por ella, se la
veía muy feliz.
Y se sentó allí, en ese círculo de sillas rodeada de un
grupo de personas al que desconocía por completo, su cita eran muchas personas,
quizá demasiadas, ella no estaba acostumbrada a una situación así, era extraño.
Ese grupo de personas la acogieron casi de forma instantánea de forma cariñosa,
sin darse cuenta ya era una más del grupo y recuerdo perfectamente lo feliz que
eso le hacía. ESE era su sitio. ESA era su gente. ESE era su mundo. ESA era su pasión. ESE era el lugar que tanto
había buscado. Aunque no fuera un lugar, sino un conjunto de corazones que la
acogieron con los brazos abiertos y fueron enseñándole a crecer y acompañándola
en los siguientes pasos que daba. ¡Se veía tan fácil emprender el camino si
ellos estaban cerca! Ella me lo decía cada vez que hablábamos, me contaba que
estaba en el mejor sitio del mundo y que al fin estaba en su sitio, que se
encontraba como en casa y que ese grupo de personas se estaba convirtiendo en
algo así como una familia. Verla tan feliz era lo mejor de todo, pues si ella
estaba contenta, yo también.
Y hoy, al llegar a casa, la he encontrado, me esperaba. Le
he dado las gracias por haber decidido ir ese día a ese sitio y me he despedido
de ella guiñándole un ojo a mi reflejo, mientras pensaba que ella y yo tenemos
muchas cosas en común, pero destaca mucho nuestro amor por Apeiron Teatro y
todo lo que ha hecho por ambas, es decir, por mi yo del pasado y por mi yo del
presente, y me alegra pensar que la yo del futuro también tendrá el privilegio
de tener a ese conjunto de personas maravillosas, a esa familia de locos
sueltos, en su existencia. No podría desear nada mejor para ella.