lunes, 16 de diciembre de 2013

Quererte es fácil... Lo difícil sería olvidarte

Quiero quererte... Que te des cuenta de que sigues siendo lo más importante, de que me levanto cada día esperando encontrarme un mensaje tuyo, y que una sonrisa tuya ilumina el más oscuro de mis días.

El miedo que me da perderte es más grande que las ganas de ver el sol cada día, y es que tenerte en mi vida es mejor que la más efectiva medicina, pues no sólo alegras mis días, si no que curas todos mis males.

No imagino una vida lejos de ti, te lo he dicho mil veces, al igual que te he dado un centenar de veces las gracias por existir y, principalmente, por existir en mi vida.

Los años pasan y tú sigues a mi lado; aconsejándome, queriéndome, tirándome de las orejas, cuidándome, leyendo todo lo que escribo, mordiéndome, etc.

Tardaría dos vidas en explicar lo grande que eres, lo mucho que luchas, lo fuerte que eres, lo mucho que te quiero, cuánto me has enseñado, y demás. Pero no estoy aquí para eso, no no. Hoy, mi blog me ha llamado a gritos y me ha pedido que te escriba esto, que sale del corazón, corre por mis venas y sale por mis dedos en cada tecla del ordenador que pulso, es así.

Y no sé cómo sería una vida si no me pudiera ver reflejada en tus ojos al menos de vez en cuando, si no me regalaras esa sonrisa tan tuya y, sencillamente, si tú no fueras tú. Eres tan diferente al resto del mundo, tan especial... Tanto, que ni tú misma te das cuenta, y eso es lo más fascinante de todo.

Como tú has dicho: ''Hasta que la muerte nos una en el infierno'' ¿no? 



P.D. Te quiero hermana

martes, 3 de diciembre de 2013

Mi historia se titula: ¿De verdad ibas a irte sin mí?

Anoche, de madrugada escribí una historia que hoy quiero compartir con ustedes, a ver qué les parece. Una vez más, pido su opinión, y más especialmente en esta entrada, pues si comparto con ustedes una de mis historias (cosa que, como saben, no suelo hacer) es porque espero sus comentarios, quiero saber qué les ha parecido, qué cambiarían, qué les gusta y qué no... Vamos, lo que quieran, como si me quieren comentar que la tierra es redonda. En sus manos lo dejo. Que sepan que iba a esperar hasta mañana para publicarlo, pero así de feliz e impaciente soy en algunas ocasiones jajaja...

"Me encontraba en ese aeropuerto que tantas veces había visitado, pero con un destino distinto. Sólo llevaba una mochila con lo imprescindible y en mis manos, temblorosas, sostenía el pasaje que me llevaría a ese lugar con el que tanto había soñado.
Llevaba meses ahorrando para ese viaje, privándome de caprichos y planeando todas las cosas que quería hacer; sabía que eran demasiadas, pero no importaba, ya que había sacado el pasaje de ida, pero no el de vuelta. Volver no era una prioridad, en ese momento lo único que importaba era coger ese avión y encontrarme a mí misma.
Sabía que ese viaje lo cambiaría todo, y lo único que lamentaba era dejar atrás a dos personas a las que amaba con el alma, pero no podía ser de otra manera, sabíamos que este momento llegaría, y esas dos personas eran las únicas informadas de mi partida.
El día anterior me había despedido de ellos con lágrimas en los ojos, prometiendo que volvería y que no perdería el contacto. Y estaba dispuesta a ello, pues lo único que quedaba en tierra era mi amor hacia esas dos personas.
Y luego estaba esa otra persona. Sí, esa persona cuyo nombre llevaba tiempo tratando de no mencionar, esa que se había apoderado de mi corazón y de mi sueño sin ni siquiera darse cuenta. Irme significaba sacarle de mi cabeza o, por lo menos, intentarlo. Tenía a mi favor que no sabía que me iba, por lo que, cuando se enterara, yo ya estaría lejos.
Todavía faltaban algunas horas para subir al avión, así que decidí sentarme en la cafetería para revisar que todos mis papeles estuvieran en orden mientras calentaba mi cuerpo con una taza de café.
Nunca llegué a probar ese café. Cuando al fin me lo sirvieron, mientras lo sostenía entre mis manos, por la puerta del aeropuerto vi aparecer una visión. Allí estaba. No podía creerlo, al ir a frotarme los ojos la taza de café se resbaló de mis manos y cubrió la mesa de color marrón y de ese aroma tan peculiar.
Pero no estaba alucinando, allí estaba, acercándose a mí con una sonrisa y una mochila. Una vez más, mientras se acercaba, pellizqué mi brazo, tenía que estar soñando, si no, no podía entender qué estaba pasando.
Cuando llegó a mi lado soltó la mochila en la silla en la que estaba la mía, besó mi mejilla y, tan sonriente como siempre me dijo:
-¿De verdad pensabas irte sin mí?
Recuerdo que me dieron muchas ganas de llorar, y no sabía exactamente por qué. No sabía si estaba contenta o triste, emocionada o asustada… Sólo sé que tanto mi cabeza como mi corazón se encontraban en un laberinto caótico del que no parecían encontrar la salida.
Y ahí estaba yo, con mi cara de idiota mirándole fijamente, notando como un nudo enorme se había formado en mi garganta, y sin saber cómo quitarlo, ni tampoco que decir. Cuando por fin pude coger aire, lo único que pude decir fue:
-¿Cómo sabías que me iba?
Y tú, con tu habitual sonrisa, solamente dijiste:
-Ella me lo dijo.
Claro, ¿cómo lo iba a saber si no? Hasta en los últimos minutos antes de salir de viaje, mi hermana hacía de las suyas, siempre velando por mi felicidad. Una vez más, se armaba de valor para hablarle a una persona que no le caía bien, sólo por el hecho de que así yo podía ser feliz.
Cerré los ojos y tuve claro que, cuando volviera, lo primero que haría sería morder una de las mejillas de mi hermana, se lo había ganado a pulso.
Y mientras, ahí seguía yo temblando mientras me miraba expectante, no sabía qué más decirme, o supongo que esperaba a que yo dijera algo, pero mi boca había olvidado cómo se hablaba, y mi cabeza había olvidado lo que eran las palabras y cómo se formaban las frases.
Se sentó a mi lado y, cuando comenzó a cubrir la mesa llena de café con servilletas, un hilo de voz volvió a mí, el suficiente para decir:
-Entonces, ¿vienes conmigo?
Y tú me miraste como si hubiera dicho la mayor burrada de la historia, me contemplaste con esa mirada tan tuya y yo pensé que el corazón se me iba a salir del pecho. Suspiraste y dijiste:
-No, sólo he venido al aeropuerto a que veas mi mochila nueva, ¿te gusta?
Nos reímos y pediste dos cafés, quedaba muy poco para coger el avión y yo no hacía más que temblar pues, aunque aún el viaje no había comenzado, ya estaba segura de que sería mil veces mejor a como lo había imaginado.
Oímos por los altavoces como anunciaban nuestro vuelo, así que apuramos nuestras tazas y nos dirigimos a la zona de embarque.
Ya en la cola, recuerdo que temblaba como nunca antes había temblado, y tú cogiste mi mano, y pude darme cuenta de que estabas temblando casi tanto como yo. Todo era una locura que no sabíamos cómo acabaría, pero en ese momento no hubiera podido sentirme más feliz.
Al fin, pudimos entrar en el avión, colocamos las mochilas, nos sentamos y en pocos minutos el avión despegó. Ya no había vuelta atrás, el viaje había comenzado y pronto mis pies pisarían ese lugar que tanto deseaba visitar.
Tras tantas emociones, el cansancio pudo conmigo, y recuerdo que me recosté sonriente sobre tu hombro y mientras me quedaba dormida susurré:
-Espero que este viaje no acabe nunca…
Y entonces me dormí, oyendo el sonido del motor del avión al compás de tu risa."

Y aquí, amigos míos, ha llegado el momento en que me vuelvo un poco cruel, porque esta historia tiene tres opciones; la primera es un final ya escrito, la segunda es un final planeado, pero que aún no he escrito, y la tercera es continuar la historia a partir de ahí. En sus manos lo dejo, si a alguien le interesa, que comente exactamente qué alternativa quiere, también pueden ser las tres, no tengo problema en ello, pero bueno, ya saben jeje...

PD: OBVIAMENTE, mi historia no está basada en hechos reales, así que no flipen y no empiecen a inventar

Caminar bajo la lluvia...

Y ahí sigue la lluvia cayendo, retumbando en los cristales, como una especie de música relajante que no todo el mundo entiende...

Desde muy chiquitita me ha encantado caminar bajo la lluvia, supongo que es porque me refresca las ideas. Es algo, no sé... ¿mágico, tal vez? No sabría describirlo del todo con palabras, porque uno no sabe lo que es realmente caminar bajo la lluvia hasta que pasa horas caminando bajo ella.

Caminar bajo la lluvia te conduce a un mundo a parte, hace que tus sentimientos lleguen a flor de piel mientras llevas mojado hasta el DNI.

Creo también que el agua de lluvia purifica el alma, podría decirse que si caminas bajo la lluvia, cuando llegas a un lugar seco, es como si nacieras de nuevo, porque una parte de ti lo ve todo diferente, y porque un paseo bajo la lluvia lo puede cambiar todo.

Lamentablemente, no me encuentro en condiciones de realizar uno de esos gratificantes paseos bajo la lluvia, ya que a mi infección de garganta no le haría nada de gracia y, tras llevar dos semanas arrastrándola, creo que no debería darle motivos para que se quede más tiempo.

Y, en fin, una pausa en la lluvia ha hecho que el río por el que corría mi inspiración pare en seco también, así que me despido, hasta la próxima.

lunes, 2 de diciembre de 2013

El frío en realidad no existe

Hay algo que siempre ha estado claro, y es que no hay mayor ciego que quien no quiere ver...

Hoy, día lluvioso y de frío, es difícil ver entre la niebla. Es extraño asomarse a la puerta de tu casa y no ver los coches que están aparcados a apenas dos metros de tu puerta. Sólo puede indicar algo; diciembre ya está aquí haciéndose notar.

Mientras caminaba por la calle recordé con una sonrisa una frase que el profesor dice en Sangre; ''por suerte he traído el paraguas'', pero hoy lo pensaba con razón ya que, aun con paraguas llegué empapada a casa como si me hubiera metido en una piscina con ropa y todo, no quiero saber cómo hubiera llegado si no hubiera llevado paraguas jaja.

El frío es algo tan... no sé, extraño. Podría decir incluso que el frío es algo que no existe en realidad, aunque los científicos podrían discutírmelo. Mi teoría de que el frío no existe es por que:

Por un lado, cuando estamos felices, pero no me refiero a una felicidad mínima, estable, me refiero a esa felicidad inmensa que hace que nos duelan las mejillas de tanto sonreír y que a la vez hace que veamos el mundo perfecto y todo de color rosa (aunque yo lo prefiero naranja). Cuando sentimos esa felicidad el frío es algo tan banal... ni siquiera lo sentimos, podemos ir por la calle en manga corta que no nos daremos cuenta, porque la felicidad llenará nuestras almas de calor (pero ojo, que luego el gripazo no te lo quita nadie, ni la felicidad ni nada jajaja).

Y luego, por otro lado, están esos momentos en los que el alma no encuentra consuelo por ningún lado. Esos en los que nos sentimos vacíos y nuestros sentimientos se acondicionan perfectamente a la lluvia. En esos momentos sentimos el alma helada y, por tanto, el frío que sentimos fuera de nuestro cuerpo pasa a segundo plano, llega a casi ni existir, pues el frío entumecedor de las entrañas lo supera en gran medida.



Así que, por estas razones, considero que el frío en realidad no existe o, por lo menos, para las personas a las que todo nos afecta en gran medida (ya sea para bien o para mal).


domingo, 1 de diciembre de 2013

Paranoia sin sentido y con la izquierda

Hoy es uno de esos días, en los que en un momento determinado, surgen de la nada esas ganas de escribir. Pero esas ganas se ven ahogadas por dos problemas; el primero y habitual, que no sé sobre qué o sobre quién escribir y el segundo es que hace unos días, no sé si me di un golpe o qué, pero tengo un ''agradable'' dolor en la muñeca derecha que no me permite moverla sin que me den ganas de arrancármela a mordiscos (sí, eso último ha sonado un poco bestia). Pero bueno, la conclusión es que estoy escribiendo con la derecha y, además de ser un proceso lento, consigue que las ideas e me vuelen más rápido de lo normal.


Esta imagen me ha hecho pensar en la cantidad de gente que hay por ahí, fingiendo ser felices, pintándose sonrisas en la cara mientras sus almas se desgarran de dolor. Conozco a muchas de esas personas, lo veo en sus ojos a veces incluso sin necesidad de que me lo digan. Y no digo nada, me dedico a observar el panorama y a esperar.

En ocasiones puedo poner mi granito de arena para hacer más pequeña su tristeza, pero es duro. Es difícil hacer sonreír a alguien cuando en ocasiones tú mismo has olvidado cómo se sonríe.


Esa imagen dice mucho de lo anterior que escribí, creo que se oyen por ahí muchos bien de esos de ''cállate y dame un abrazo'' pero estamos tan metidos en nuestras vidas y nuestros problemas, que a veces no nos damos ni cuenta.


No sé si ustedes, personas que dedican unos minutos de su vida a leer mis paranoias, sabrán que tengo una pequeña colección. Entre alguna otra colección que tengo, existe una muy peculiar, y es que colecciono imágenes de Internet que me gustan, y de ahí saco normalmente las imágenes que pongo en mis entradas. Cada una de esas imágenes significa o significó algo importante para mí, y por eso tengo una colección que cada día crece un poquito más.

En fin, con esto despido mi paranoia sin sentido de hoy y escrita con la izquierda, pasen buena noche.