Seguiré
aquí, sentada en el jardín arrancando margaritas de cinco pétalos, quitándoles
la vida para preguntarles si me quieres o no. Está trucado, las de cinco
siempre dicen que sí, y así, a lo mejor, el truco llegue a tu corazón y tú te
olvides de que no me quieres, mientras tanto, yo seguiré aquí dejando el jardín
sin margaritas de cinco pétalos y con un pequeño velo blanco que cubre el
suelo, rastro de las margaritas deshojadas que me han engañado vilmente
diciéndome que sí me quieres.
Con
estos pensamientos miro desolada como he dejado el jardín, la verdad es que he
hecho un destrozo, tanto tiempo cuidando y encargándome de este jardín para en
un momento de desolación llegar y atacar a las margaritas como si ellas
tuvieran la culpa de que tú no me quieras. No, la culpa no es de las
margaritas, pero tampoco tuya, ni de nadie, simplemente el destino ha decidido
ponernos en el mismo camino pero con nuestros corazones dirigidos en
direcciones diferentes, así que cueste lo que cueste tendré que aceptarlo.
Ahora
mismo la primavera me odia, la he roto, he destrozado su belleza buscando mi
propio beneficio y logrando únicamente un manto de pétalos blancos que cubren
una porción de suelo del jardín y que no queden más margaritas de cinco pétalos
a mi alrededor, no, ya no, aunque no sea culpa suya, ya no podrán quejarse,
ahora están ahí, sin vida, esperando a que una ráfaga de brisa las arrastre a
otro lugar donde sean más apreciadas, pues aquí, ahora, solo son los restos de
un sentimiento dolido por no ser compartido.
¿Qué
hace alguien después de cargarse un jardín entero de margaritas? Es complicado,
puede que los asesinos se pregunten lo mismo cuando le quitan la vida a una
persona pues, aunque no sea lo mismo, yo le he quitado la vida a cientos de
seres que estaban ahí, regalándome belleza y oxígeno en mi jardín sin hacer
daño a nadie y yo he llegado y las he deshojado sin piedad, sabiendo que
ninguna me daría la respuesta que buscaba, aunque todas me dijeran finalmente
que si me quieres. Todas decían que sí, mentían, cruelmente, quizá por eso lo
hice, no se lo podía permitir, no podían seguir viviendo tras soltar una
mentira tan vil.