jueves, 13 de febrero de 2014

¿Cómo voy a ser amiga tuya si no sabes ni cómo me llamo?

Hoy les traigo una historia, que quizá existió, y quizá no, pero que me ha venido a la cabeza y he querido compartirla con ustedes:


Hubo una vez, hace muchos años en un lugar nada cerca de aquí, tres amigas que estaban de vacaciones lejos de sus hogares. Llevaban meses planeándolo y estaba siendo inolvidable, tal como lo habían planeado.

Cuando faltaban apenas dos días para que las chicas regresaran a sus casas, decidieron salir a celebrar el fin de esas fantásticas vacaciones de fiesta.

Al poco tiempo de llegar a la fiesta, una de ellas dijo que no se encontraba del todo bien, por lo que se iba al apartamento que las tres habían alquilado a dormir. Una de las amigas lo aceptó y a la otra no le hizo tanta gracia, pues si era la fiesta de despedida tenían que estar todas.

La fiesta comenzó y las chicas bailaron, bebieron y rieron, pero una de ellas seguía pensando en la amiga que estaba en el apartamento, e insistía una y otra vez a su amiga para que fueran con ella, pero la otra amiga lo estaba pasando en grande, y no tenía intención de irse, pero tampoco quería que su amiga se fuera y la dejara sola.

Pasado un rato, la amiga con ganas de volver al apartamento se estresó y comenzó a hablar con gente y su amiga, por miedo a que se fuera con esa gente y la dejara sola la iba llevando a otros lugares de la fiesta, pero no importaba, la chica quería volver con la otra amiga y lo haría de cualquier modo, por lo que se sentó en un muro con unos chicos y le dijo a uno:

-Hola, amigo.

El chico la saludó y la otra amiga la cogió del brazo y se la llevó, diciéndole que un ratito más, que dentro de poco se irían ya. Pero la amiga sólo lo había dicho para que se callara, pues siguió bailando y disfrutando de la fiesta, por lo que la otra chica comenzó a hablar de nuevo con la gente.

La amiga la vio y se resignó a marcharse pero volvió a hacer lo mismo, simplemente la entretenía dándole vueltas por el lugar de la fiesta, pero dio la casualidad de que pasaron por el lugar por el que antes la chica se había sentado en un muro y le había dicho a un chico ''hola amigo'' y él seguía allí. Al verla, le dijo a los amigos:

-Eh, esa chica es amiga mía.

La chica lo miró y le dijo:

-¿Cómo voy a ser amiga tuya si no sabes ni cómo me llamo?

FIN

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