miércoles, 22 de agosto de 2018

Cuando la inspiración vuelve...


Cuando me quise dar cuenta, levanté la vista y ya había anochecido, ¿en qué momento?

Era un verano caluroso y yo me había sentado a la sombra de una palmera, para escribir, ajena a todas aquellas otras personas que estaban disfrutando, bulliciosamente, de un grandioso día de playa en pleno agosto.
Y, de repente, nada... nada. Ni ruido, ni movimiento y, por un instante, llegué a pensar que el tiempo podía haberse detenido pero, al levantar la cabeza, me encontré sola en una playa inmensa.
Me reconocí a mí misma y me abracé, ¡llevaba tanto tiempo sin verme! Las estrellas brillaban más que nunca y parecían saludarme, así que yo les devolví el saludo. 
La luna estaba casi llena y me hacía una propuesta silenciosa. No pude negarme. Caminé hasta la orilla, me descalcé y salté al mar... y nadé... y viví...

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