miércoles, 31 de diciembre de 2014

Adiós 2014

He pensado que el último día del año era el más adecuado para abrir de nuevo este sitio en el que en ocasiones una insomne soñadora desvaría, y bueno, aquí estoy.
Un año se compone de 12 meses con sus 30-31 o 28 días, por lo que resumirlo en pocas palabras tampoco es sencillo. Por ello, yo me quedo con algunos de los mejores momentos, esos que no solo recordaré este 31 de diciembre de 2014, sino que dentro de 20 años los recordaré con sonrisas, y quizá con alguna que otra lágrima.
Como todos los años, mi 2014 comenzó en una de esas casas que me ha visto crecer, con un montón de gente que se reían y daban la bienvenida al nuevo año y que repartían besos pringosos por las uvas que acababan de devorar. Así comienzo yo cada año, rodeada de mi familia, abrazos y esos besos pringosos que valen mucho, porque empezar el año con tanto beso siempre debería ser buena señal. En ese momento muchos ríen y alguno que otro llora, supongo que es ahí cuando notamos las ausencias y esa gente a la que dejamos en el año anterior, pero que siguen en nuestros corazones y en ese momento hacen sonar una campanita que roba alguna que otra lágrima. Creo que yo nunca he llorado un 1 de enero, quizá este sea mi año.
El año pasado, en aquel 1 de enero, pasamos de ser una familia a ser una banda, con culi culi desde los más jóvenes hasta un entrañable señor que en ese momento acababa de cumplir los 88 años.
Después, la vuelta a Tenerife, exámenes y un cuentacuentos genial que tuve el privilegio de ver desde el punto de vista del espectador junto a mis pequeñines, aunque lo cierto es que echaba de menos estar arriba con ellos.
Un nuevo curso y, en él, nuevas personas, tanto en clase como en el grupo.
Y luego, esa familia conocida como Apeiron Teatro se convierte en una banda de Farsantes, con sus correspondientes ensayos, esas personas que lo daban todo por el grupo y por la obra y esas otras que no daban tanto. Los madrugones de los sábados y los no tan madrugones a los que había que sacar de la cama. También están esas personas que, sin subirse al escenario, también son Apeiron; esas que están detrás de los focos iluminando con su energía, o detrás de un ordenador o sentadas en el público cargaditos de rosas, caramelos, polvorones e incluso piñas en alguna ocasión. Esos con sus maravillosas y únicas camisas.
Cuando cumplí 19 años mis amigos me celebraron una fiesta sorpresa, con final medio catastrófico que los asistentes a la fiesta seguro que recuerdan y con algún que otro pato borracho en pijama. Hago mención a ese año porque al soplar las velas pedí que los siguientes cumpleaños fueran así de fantásticos, vaya idea... Pues hasta este año no volví a celebrar un cumpleaños en condiciones. Un cumpleaños con alguna que otra ausencia, con primas que no pudieron llegar, personas que estaban demasiado ocupadas, personas que fueron momentáneamente a brindar conmigo y otras que estuvieron todo el día conmigo. A todos ellos, gracias por haber hecho realidad aquel deseo que pedí años atrás.

Según pasan los años las ausencias son cada vez más, hay gente que se va y vuelve, esas personas a las que solo nos unen un montón de recuerdos, son un pasado que de alguna forma siempre estará presente, Pero yo quería mencionar a esa gente que se va para no volver, esos que duelen más porque fueron un ADIÓS en mayúscula, creo que esas ausencias a veces pesan demasiado. No se olvida a quien se fue, solo nos acostumbramos a vivir con su ausencia y creo que a mí me va a costar horrores hacerme a la idea de vivir sin dos de los pilares fundamentales de mi existencia, dos de las mujeres más importantes de mi vida. Ellas, que me regalaron horas de juego, de felicidad, de anécdotas, de sonrisas, dos de las personas por las que hoy soy quien soy, dos a las que les debo todo lo que escribo, pues una pasó mi infancia contándome cuentos que incluso ella misma inventaba y la otra pasó mi adolescencia leyendo todo lo que yo escribía, aconsejándome y animándome a seguir. No saben lo difícil que se me hace a veces escribir sabiendo que ella no lo va a leer.
Hasta aquí llega la parte triste, podría decir mil y una cosas más, pero esas, como siempre, me las guardo para mí.

En este 2014 también hubieron personas que entraron en mi vida momentáneamente, quizá solo se asomaron un instante a la ventana y siguieron de largo. Después, están esas personas que siempre han estado, esas que, aunque algún día se vayan, siempre estarán. Y luego están esas que ya estaban en algún estante de mi vida, pero que se han convertido en imprescindibles, esas que siempre tienen un segundo para mí, un café, una caña o una visita momentánea. Y esta parte va especialmente por ti, por esa amistad que de repente apareció y ha ido creciendo, esa persona que ha estado cuando más la he necesitado y que le ha regalado un montón de abrazos a mi arisca persona. No podía escribir los momentos de 2014 sin mencionarte especialmente por algún lado, pues considero que una de las cosas más maravillosas que me ha pasado en este año ha sido descubrir tu amistad.
Destaca también el nacimiento de mis princesas, esas mellizas maravillosas a las que adoro, su primo y el poder disfrutar de todos esos pequeños que regalan sonrisas. Para mí, el verdadero 'feliz navidad' fue el que me dijo mi pequeño bichito antes de venirnos a El Hierro, ese pequeñajo por el que soy capaz de cualquier cosa.
También mencionar la vuelta a Sangre, esa obra que supuestamente ya habíamos cerrado y que tanto nos ha aportado, esa con la que conseguimos un premio efímero y otro eterno, que es el que llevaremos dentro siempre por todo lo que Sangre significó y significa para cada uno de nosotros. Para mí, por ejemplo, el comienzo de un todo y muchas cosas más.
Muchos insomnios dejo atrás, quizá más de los que debería, pero aquí quiero mencionar esos insomnios en los que, a través de una pantalla o en carne y hueso, tú estabas presente.
Podría seguir escribiendo durante horas y horas, los que me conocen lo saben, pero quedan pocas horas para que acabe el año y aún tengo la esperanza de darme un bañito en esas maravillosas piscinas en las que llevo nadando desde pequeña. Así que, hasta aquí ha llegado mi reflexión, perdón si dejo a alguien o algún momento en el tintero, no me lo tengan muy en cuenta y recuerden que tengo memoria de pez...

Por los que están, por los que se fueron y por los que están por llegar...

Feliz 2015

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