Anoche, de madrugada escribí una historia que hoy quiero compartir con ustedes, a ver qué les parece. Una vez más, pido su opinión, y más especialmente en esta entrada, pues si comparto con ustedes una de mis historias (cosa que, como saben, no suelo hacer) es porque espero sus comentarios, quiero saber qué les ha parecido, qué cambiarían, qué les gusta y qué no... Vamos, lo que quieran, como si me quieren comentar que la tierra es redonda. En sus manos lo dejo. Que sepan que iba a esperar hasta mañana para publicarlo, pero así de feliz e impaciente soy en algunas ocasiones jajaja...
"Me encontraba en ese aeropuerto que tantas veces había
visitado, pero con un destino distinto. Sólo llevaba una mochila con lo
imprescindible y en mis manos, temblorosas, sostenía el pasaje que me llevaría
a ese lugar con el que tanto había soñado.
Llevaba meses ahorrando para ese viaje, privándome de
caprichos y planeando todas las cosas que quería hacer; sabía que eran
demasiadas, pero no importaba, ya que había sacado el pasaje de ida, pero no el
de vuelta. Volver no era una prioridad, en ese momento lo único que importaba
era coger ese avión y encontrarme a mí misma.
Sabía que ese viaje lo cambiaría todo, y lo único que
lamentaba era dejar atrás a dos personas a las que amaba con el alma, pero no
podía ser de otra manera, sabíamos que este momento llegaría, y esas dos
personas eran las únicas informadas de mi partida.
El día anterior me había despedido de ellos con lágrimas en
los ojos, prometiendo que volvería y que no perdería el contacto. Y estaba
dispuesta a ello, pues lo único que quedaba en tierra era mi amor hacia esas dos
personas.
Y luego estaba esa otra persona. Sí, esa persona cuyo nombre
llevaba tiempo tratando de no mencionar, esa que se había apoderado de mi
corazón y de mi sueño sin ni siquiera darse cuenta. Irme significaba sacarle de
mi cabeza o, por lo menos, intentarlo. Tenía a mi favor que no sabía que me
iba, por lo que, cuando se enterara, yo ya estaría lejos.
Todavía faltaban algunas horas para subir al avión, así que
decidí sentarme en la cafetería para revisar que todos mis papeles estuvieran
en orden mientras calentaba mi cuerpo con una taza de café.
Nunca llegué a probar ese café. Cuando al fin me lo
sirvieron, mientras lo sostenía entre mis manos, por la puerta del aeropuerto
vi aparecer una visión. Allí estaba. No podía creerlo, al ir a frotarme los
ojos la taza de café se resbaló de mis manos y cubrió la mesa de color marrón y
de ese aroma tan peculiar.
Pero no estaba alucinando, allí estaba, acercándose a mí con
una sonrisa y una mochila. Una vez más, mientras se acercaba, pellizqué mi
brazo, tenía que estar soñando, si no, no podía entender qué estaba pasando.
Cuando llegó a mi lado soltó la mochila en la silla en la
que estaba la mía, besó mi mejilla y, tan sonriente como siempre me dijo:
-¿De verdad pensabas irte sin mí?
Recuerdo que me dieron muchas ganas de llorar, y no sabía
exactamente por qué. No sabía si estaba contenta o triste, emocionada o
asustada… Sólo sé que tanto mi cabeza como mi corazón se encontraban en un
laberinto caótico del que no parecían encontrar la salida.
Y ahí estaba yo, con mi cara de idiota mirándole fijamente,
notando como un nudo enorme se había formado en mi garganta, y sin saber cómo
quitarlo, ni tampoco que decir. Cuando por fin pude coger aire, lo único que
pude decir fue:
-¿Cómo sabías que me iba?
Y tú, con tu habitual sonrisa, solamente dijiste:
-Ella me lo dijo.
Claro, ¿cómo lo iba a saber si no? Hasta en los últimos
minutos antes de salir de viaje, mi hermana hacía de las suyas, siempre velando
por mi felicidad. Una vez más, se armaba de valor para hablarle a una persona
que no le caía bien, sólo por el hecho de que así yo podía ser feliz.
Cerré los ojos y tuve claro que, cuando volviera, lo primero
que haría sería morder una de las mejillas de mi hermana, se lo había ganado a
pulso.
Y mientras, ahí seguía yo temblando mientras me miraba expectante,
no sabía qué más decirme, o supongo que esperaba a que yo dijera algo, pero mi
boca había olvidado cómo se hablaba, y mi cabeza había olvidado lo que eran las
palabras y cómo se formaban las frases.
Se sentó a mi lado y, cuando comenzó a cubrir la mesa llena
de café con servilletas, un hilo de voz volvió a mí, el suficiente para decir:
-Entonces, ¿vienes conmigo?
Y tú me miraste como si hubiera dicho la mayor burrada de la
historia, me contemplaste con esa mirada tan tuya y yo pensé que el corazón se
me iba a salir del pecho. Suspiraste y dijiste:
-No, sólo he venido al aeropuerto a que veas mi mochila
nueva, ¿te gusta?
Nos reímos y pediste dos cafés, quedaba muy poco para coger
el avión y yo no hacía más que temblar pues, aunque aún el viaje no había
comenzado, ya estaba segura de que sería mil veces mejor a como lo había
imaginado.
Oímos por los altavoces como anunciaban nuestro vuelo, así
que apuramos nuestras tazas y nos dirigimos a la zona de embarque.
Ya en la cola, recuerdo que temblaba como nunca antes había
temblado, y tú cogiste mi mano, y pude darme cuenta de que estabas temblando
casi tanto como yo. Todo era una locura que no sabíamos cómo acabaría, pero en
ese momento no hubiera podido sentirme más feliz.
Al fin, pudimos entrar en el avión, colocamos las mochilas,
nos sentamos y en pocos minutos el avión despegó. Ya no había vuelta atrás, el
viaje había comenzado y pronto mis pies pisarían ese lugar que tanto deseaba
visitar.
Tras tantas emociones, el cansancio pudo conmigo, y recuerdo
que me recosté sonriente sobre tu hombro y mientras me quedaba dormida susurré:
-Espero que este viaje no acabe nunca…
Y entonces me dormí, oyendo el sonido del motor del avión al
compás de tu risa."
Y aquí, amigos míos, ha llegado el momento en que me vuelvo un poco cruel, porque esta historia tiene tres opciones; la primera es un final ya escrito, la segunda es un final planeado, pero que aún no he escrito, y la tercera es continuar la historia a partir de ahí. En sus manos lo dejo, si a alguien le interesa, que comente exactamente qué alternativa quiere, también pueden ser las tres, no tengo problema en ello, pero bueno, ya saben jeje...
PD: OBVIAMENTE, mi historia no está basada en hechos reales, así que no flipen y no empiecen a inventar